Dibuja y esboza
con mano temblorosa
la dama blanca
que cada mañana se presenta
entre la bruma
de las calles desiertas
en la madrugada
para desaparecer tan sigilosa
como aparecía todos los días.
A la noche entre la vigilia y el sueño
la dama recorre sus pensamientos
por eso cada amanecer
él la dibuja una y otra vez.
Esta entrada es una colaboración con un texto de Beatriz Martín Piña.
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